Quiero irme.
Quiero salir.
Me cuesta.
Nunca me habían carcomido tanto el alma.
Nunca había deseado desenamorarme con tanta pasión.
Quiero correr.
Y me caigo.
Quiero esconderme.
Siempre me encuentras.
Me quema la piel al verte. Me arde el cerebro si te pienso.
Tu olor me envenena los pulmones y tu boca no es más que un puñal que me destroza.
Camino rápido. Camino lento. Me detengo.
Quiero huir. Quiero desaparecer. Quiero morir.
Y tú no me dejas. Tú te quedas. Tú me atrapas.
Te deseo y huyes.
Te busco y te escondes.
Me voy y vuelves.
Caigo.
Caigo.
Caigo.
Me hundo. Me sumerjo. Me ahogo y tú… tú me sacas.
Déjame correr. Déjame salir. Déjame huir de ti.
Suéltame.
Suéltame.
Suéltame de una vez.
Sácame los garfios de la espalda.
Y llévate la piel que arranques.
O sólo vete. Vete y no me mires.
No me toques. No preguntes. No me busques. No me hables. Yo no existo.
Muérete o déjame morir.
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